El cerebro y la música

Domingo, 19 Marzo, 2023

¿Cómo funciona en el cerebro el procesamiento de la música?



Nuestro cerebro se divide en dos hemisferios, el derecho y el izquierdo. El hemisferio derecho se encarga de la expresión no verbal y la interpretación de imágenes. Así, el recuerdo de melodías, rostros y voces, el reconocimiento o la comunicación no verbal pertenecen a esta parte del cerebro, al hemisferio derecho. Es responsable de la creatividad, imaginación, intuición, imaginación, música, observación, ritmo y emociones. En cambio, el hemisferio izquierdo se relaciona con la parte verbal y se encarga de las funciones racionales y el pensamiento lógico. Es responsable de la capacidad analítica, la lectura y escritura, matemáticas, pensamiento lineal, lenguaje visual, cálculos y secuenciación lógica.



La música en el cerebro es procesada por redes neuronales que implican áreas de procesamiento auditivo y motor, y su percepción y ejecución involucran a diversas funciones cognitivas. Cuando escuchamos música se activan tres áreas cerebrales: la corteza prefrontal relacionada con la recuperación de recuerdos, el lóbulo temporal derecho que registra el ritmo y el tono emocional y el sistema límbico que reconoce la melodía y está ligado con nuestra parte emocional.

La música en el cerebro supone un medio de rehabilitación, mejorando nuestra salud gracias a algunos de sus factores como la atención, emoción, cognición, conducta, comunicación y percepción.

Las habilidades musicales se manifiestan desde los primeros años del desarrollo de los niños y niñas. Un bebé con dos meses puede discriminar entre sonidos agradables y desagradables, además de recordar melodías que han sido escuchadas antes. Por lo tanto, podríamos decir que la música es innata, nacemos sabiendo apreciarla sin necesidad de instrucción.

La música nos puede provocar todo tipo de emociones, desde la alegría a la tristeza. Guarda relación con la memoria, las emociones, los estados de ánimo, la creatividad y el lenguaje y comunicación. Algunos estudios afirman que la influencia de la música sobre el cerebro surgió por la capacidad que tienen los ritmos y la sonoridad de involucrarse en las áreas relacionadas con las emociones, el lenguaje y el movimiento, logrando activarlas simultáneamente. Asimismo, la música activa nuestro sistema dopaminérgico que se encuentra implicado en el placer de escucharla.

Cuando escuchamos música el cerebro libera dopamina, aquella sustancia química que hace que nos sintamos bien. La mente asocia la música con algo tranquilo y familiar, y esto hace que nuestros sentimientos se mantengan centrados, alejando los estímulos negativos hacia algo agradable. La música que posee un ritmo fuerte puede estimular las ondas cerebrales, mejora el estado de ánimo y puede ayudar a reducir la percepción del dolor. 

En conclusión, se ha demostrado que la música tiene innumerables efectos positivos, por lo tanto es necesario que se empiece a desarrollar la habilidad musical desde pequeños. En la etapa de educación infantil trabajar la música tiene cuatro principales beneficios. Primeramente les aporta seguridad y confianza en sí mismos al compartir canciones en grupo. También evolucionan en la alfabetización, ya que mediante aquellas canciones infantiles repetitivas y acompañadas de gestos, el niño es capaz de asociar la palabra con su significado. Ayuda a mantener su concentración, mejorando en el aprendizaje de las matemáticas, idiomas y fortalece su memoria. Por último, trabajan su expresión corporal utilizando nuevos recursos y potencian el control rítmico de su cuerpo. Es decir, con la música son capaces de mejorar la coordinación y combinar varias conductas.

Para finalizar, aportamos un vídeo explicativo en el que trata el funcionamiento que sigue el cerebro cuando escuchamos o tocamos música. 

Escrito por: Celia Serrano Vázquez.


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